Siguiendo en la saga del encantador caballero del sexo exquisito.
La ausencia en los últimos 8 años de una total independencia personal (la he tenido económica, familiar, mental, y de otras variantes, pero personal no) hace que me sienta cual niña virgen frente a su primer avistamiento de un pene ante una situación muy clara: estar sola.
Amo estar sola, amo el silencio por las mañanas, mi taza de té humeante y revisar los 3 mails que me llegan y que seguro no son importantes en absoluto.
Pero como una vez una mujer que creo es muy sabia me dijo: Cuándo estuviste REALMENTE sola?
Y tuvo razón, nunca me di ese tiempo para mí.
Ahora que lo tengo, que lo busqué a fuerza de un dolor indescriptible por necesidad, me enriedo tontamente en situaciones que me llevan a que algo o alguien o alguienes me lastimen.
Tengo que aprender a vivir sola de nuevo. Eso es claro. Tengo necesidades físicas sexuales que hacen que todo el tiempo quiera estar acompañada pero en la cama. O en el living. O en el ascensor. O en su cama. Donde sea. Pero también mi cabeza me juega malas pasadas y me imagina en desayunos encantadores de a dos, leyendo el diario y escuchando a Caetano.
Nunca tuve eso tampoco. Amé con pasión y amé con mesura, y nunca tuve mi desayuno con el diario escuchando a Caetano.
Hoy le dije a mi amiga, que también es responsable en parte de mi estado actual: Quiero un amante. Pero eso, un amante, alguien para tener sexo y decir cosas que se pierden en cuanto terminan de decirse.
La ausencia en los últimos 8 años de una total independencia personal (la he tenido económica, familiar, mental, y de otras variantes, pero personal no) hace que me sienta cual niña virgen frente a su primer avistamiento de un pene ante una situación muy clara: estar sola.
Amo estar sola, amo el silencio por las mañanas, mi taza de té humeante y revisar los 3 mails que me llegan y que seguro no son importantes en absoluto.
Pero como una vez una mujer que creo es muy sabia me dijo: Cuándo estuviste REALMENTE sola?
Y tuvo razón, nunca me di ese tiempo para mí.
Ahora que lo tengo, que lo busqué a fuerza de un dolor indescriptible por necesidad, me enriedo tontamente en situaciones que me llevan a que algo o alguien o alguienes me lastimen.
Tengo que aprender a vivir sola de nuevo. Eso es claro. Tengo necesidades físicas sexuales que hacen que todo el tiempo quiera estar acompañada pero en la cama. O en el living. O en el ascensor. O en su cama. Donde sea. Pero también mi cabeza me juega malas pasadas y me imagina en desayunos encantadores de a dos, leyendo el diario y escuchando a Caetano.
Nunca tuve eso tampoco. Amé con pasión y amé con mesura, y nunca tuve mi desayuno con el diario escuchando a Caetano.
Hoy le dije a mi amiga, que también es responsable en parte de mi estado actual: Quiero un amante. Pero eso, un amante, alguien para tener sexo y decir cosas que se pierden en cuanto terminan de decirse.
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