sábado, 10 de octubre de 2009

El problema de los X

Conexiones. de cualquier tipo y factor. Se producen en un momento y nos dejan estúpidas.

Puede haber sido una relación larga, un revolcón, una persona con la que compartiste un café. Pero algo hizo click. Pasó ESO. Que hace que X sea distinto de Y... Y tantos...

La cuestión de los X es compleja.

El que es un X por lo general lo sabe. Y sabe que tiene cierto poder al ser portador de esa cruz.

Nosotras, superadas como siempre, decimos: "Ah no, yo no voy a enroscarme en esta de X. Lo borro ya de mi vida" (entiéndase: mail, MSN, Facebook, agenda del celular).

Mis queridas, a ver si entendemos, que cuando llegamos al punto de tener que erradicarlos cual yerba mala, es porque esa conexión ya nos hizo mella. Sonamos.

Supongamos que X es un antiguo novio. Que como buen X, nos lastimó en su genialidad. Es tan genio que no puede ser bueno conmigo ni tratarme como a una persona. PERO TENEMOS UNA CONEXIÓN!!!!

Entonces decidimos ignorarlo, porque, claro, hace muchos años que ya no es novio y hace otros tantos que ya hay un Y que ocupa el lugar que X ocupó una vez. Pero he aquí la crisis afectiva en puerta: X no es Y, Y nos trata bien, nos ama y nos casamos con Y. Pero X vuelve y nos dice cosas que nos sacuden y encima con el peor timing del mundo. Es como el granizo para la gente sin seguro para los cristales del auto. Por eso no tengo auto.

Pero tengo un X.

Tenía 2.

Tres ya era obsceno.

A un X lo saqué de raíz. Uno, dos, tres. OUT. Fuera. No me servís.

pero queda uno.

Mi X no es un antiguo novio, de hecho no es nada. No es mi amigo aunque gustemos de llamarnos así por no tener un mejor nombre para lo que no somos. No es un café, porque nunca llegamos a tomarlo. No es un revolcón porque seguimos en contacto y a los revolcones prefiero perderlos rápido de vista. No somos nada y sin embargo es mi X.

Si señoras y señores, en una noche corta, tuve el mejor sexo de mi vida con X.

Creo que lo sabe. Yo no se si lo sabe, pero desde chica siempre tuve la sensación de que los demás sabían lo que yo pensaba de ellos. Y eso me enseñó a ser muy diplomática.

Pero ahora sufro de un caso severo de obsesión por un tipo al que REALMENTE no consideraría tener cerca ni en chiste.

Es la conexión esa de las que les hablaba antes. Nunca me había pasado. Entiéndase que la conexión no es bidireccional necesariamente. Yo conecté. Me sorprendí a mi misma. Claramente no con la idiotez de "hice cosas que nunca hubiese hecho" porque CLARAMENTE no es eso. Me sorprendí al ver que el muy hijo de puta se adelantaba a mis movimientos.

A ver, imaginemos el sexo como una coreografía, y supongamos que sabemos bailar muchos estilos. Ahora bien. el día que te toca bailar, venís con toda la confianza del mundo, te cae de pareja un Baryshnikov. Te querés matar. Porque por bien que bailes, por más entrenamiento que tengas, NO PODÉS ser Baryshnikov.

Eso fue X esa noche. Un fuckin' bailarín ruso. Perfección y Gracia.

Sí, antes de que más de una/uno ponga el grito en el cielo: ay ella qué se piensa que se cogió a Brad Pitt? No, no es Brad Pitt, ni mucho menos. Pero, recuerdan lo que dije de la conexión? Bueno. Yo no soy ninguna tontita, crecí rodeada de hombres y aprendí a ser muy mujer, y la mayoría de las cosas que tradicionalmente afectan a las chicas (no se me ofendan por favor, pero hay fijas) a mi me resbalan. No me como el chamuyo barato, ni el caro. Te saco la ficha rápido. Se lo que querés y cómo lo querés. Y si no lo se lo aprendo rápido. Me adapto.

X es un gran jugador. Esquivé con mucha cintura varios disparos que en otra persona hubiesen sido golpes mortales (hablo de dejarlas estúpidas de amor, por si no me entienden chicas). Seguí la corriente cuando me convino (después de todo, cómo rechazar a X, que te dio el mejor sexo, después de 63 tipos que ahora parecen idiotas con penes?). Hasta que en algún momento, no se cuál, pero en algún momento, me distraje.

Perdí la visión total del tablero. dejé de ver sus fichas. Veía a las mías todas desparramadas. Las empecé a jugar con prudencia, para no chocarme contra nada ni caerme del tablero. Juro que sentí que más de una vez me caía. Empecé a PEDIR CONSEJOS, entienden? cosas como: cómo manejo tal y cual situación con X? a lo cual todo aquel a quién preguntaba me miraba sorprendido, con cara de "nena, vos? en serio me estás preguntando eso? sonamos".

Bueno, el problema, tras un arduo análisis, fue no dejarlo a X en la columna "revolcón". Dejar que me siga hablando. Contarle de mi vida y que me contara de la suya. Error. Gravísimo error. Le dí pie a que me conozca. Y qué pasa cuando alguien me conoce. Yo también te quiero conocer. Si te dejé pasar, es por algo. No me conoce cualquiera. Así que abrí la puerta vos también. Abrió. Y con qué me encontré? Con el pasillo de Control (sí, alusión al Superagente 86). X es así. Abre una puerta. Pasás, Mirás alrededor. Entendés. Seguís caminando y ahí nomás, otra puerta, cerrada, obvio.

Querés preguntar cómo hacer para pasar esa puerta. Le pregunto a X. X no responde. Me desespero. Me pongo claustrofóbica. Y entonces X, mide, y larga un chorro de oxígeno a la habitación. Pero ojo. No abre la puerta. Sabe.

Ahora lo único que hago es perder tiempo obsesionándome con X. Un tipo que no tiene ninguna conexión conmigo, pero a quien yo estoy inexorablemente conectada hasta que venga alguien y me sacuda de tal forma que me haga olvidar de X. No es amor, no. No pasa por lo sentimental.
Quiero que quede claro lo de la conexión.

Ese momento en el que me sorprendió y me sorprendí.

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