Le dije al Caballero, tras una conversación telefónica menos intensa de lo que esperaba, que tenía una reflexión para compartir con él. Él me preguntó cuál era esa reflexión. Aquí va:
Yo siempre pensé que hacerle la vida más fácil a la gente que me rodea me ayudaba a que la mía también lo fuera. Por eso siempre, pero siempre, me ocupé de ayudar a los demás. Mi psicóloga siempre me dijo que era una forma de tapar y dejar de lado los asuntos que realmente eran mi vida.
Durante mucho tiempo me creí y me autoconvencí de la reflexión de mi psicóloga. Yo me dejaba de lado todo el tiempo. Y eso era algo que tenía que modificar. Rever "prioridades". "Ser" mi prioridad.
Lo hice, un tiempo. Y me dí cuenta de algo terrible. Yo no soy feliz siendo mi prioridad. No es una cuestión de tapar mis "asuntos". Es simplemente quien soy, una mujer que es feliz y plena cuando la gente que la rodea está bien.
Cuando tuve esta revelación, me odié mucho tiempo por haber permitido que me hicieran creer que me dejaba a mí misma de lado, que siempre estaba pendiente de lo que demandaban de mí y nunca de mis demandas.
Esto también está ligado a otra cuestión central en mi vida, que también llegó en forma de revelación: Yo no soy una mujer de la cual los hombres se enamoran. Me han dicho que soy una boluda en pensar eso, que es mentira, hasta que es un grosero error de apreciación. Y no, no me lo dijeron mis mejores amigos para que yo me sintiera mejor.
No se bien cuáles serán los motivos, pero es así, nunca me pasó, y no creo que me vaya a pasar. Las relaciones que tuve (las de en serio) fueron siempre... cómo decirlo... "forjadas" por mí. Y cuando me di cuenta de esto, entendí en qué se relacionaba directamente con eso de estar siempre pendiente y disponible para quienes están cerca.
Es tan simple como esto: Si yo no estoy, si yo no me acerco y hago por el otro, el otro no viene. No sólamente en las relaciones sentimentales, también en las amistades, en la familia. Cuando yo desaparezco, todo eso que armé con los demás, desaparece también. No viene nadie a buscarme o a preguntar "qué pasó, dónde te metiste?"
Supongo que es algo inherente a mi personalidad, mi mamá siempre me dijo que yo tenía que ser un poco más tonta para que la gente no se asustara de mí y no creyera que yo tenía aires de superioridad. Es decir, que actuara y jugara a ser alguien que no soy, para agradar a los demás. Claramente no es para mí. A mucha gente le funciona, a mí no.
Vos no me conocés. Tenés apenas, pero apenas una mínima idea de cómo soy.
Esto que te pasa a vos hoy, si es que me fuiste sincero y los motivos no fueron excusas, a mí me pasó por lo menos 4 o 5 veces desde que nos conocimos. Tengo escritos mails larguísimos, que nunca te mandé, para probarlo.
Recordé anoche que en uno de ellos, escrito increíblemente no hace mucho, puse algunas cosas interesantes. Te voy a copiar algunas:
"Es así.
García diría
yo no quiero volverme tan loco
y la verdad, yo no quiero volverme tan loca."
"Yo, y me hago cargo, decidí, tras salir de una relación muy intensa, no enroscarme con nada ni con nadie. Pero a su vez también decidí no dejar pasar situaciones que me generaran placer. Y estar con vos me da mucho placer.
Y siguiendo en la línea de la honestidad, me encantaría que hubiese más situaciones de placer con vos. Pero vos manejás eso, no yo. Y a mi no me gusta no poder manejar las cosas.
Y ahora ya no sólo no me gusta. Me molesta. Me incomoda. Me rompe las pelotas."
"Y de golpe desaparecés, con ese escapismo que enarbolaste justamente cuando nos conocimos y dejaste muy en claro que era tu bandera."
"Por lo cual, me llamo a cuarteles de invierno. Me voy a preservar un poco. Y tras demasiados años de insatisfacción en demasiados aspectos de mi vida, no tengo ni la fuerza ni las ganas de tener que ponerme a pensar estas cosas otra vez. "
Como verás, tengo algunos mambos yo también.
Pero ahora viene la parte que me hace falta terminar de reflexionar:
Yo, que estuve a segundos de enviar varias veces mails de tenor similar al tuyo, decidí hacer exactamente lo contrario a lo que normalmente haría. Elegí el camino que no conozco, el que no me aseguraba nada. El que decía que me animara con un neurótico con problemas graves de comunicación emocional, porque después de todo, en el 1 a 1, todo eso no importaba. Ni mis mambos, ni los tuyos.
La gracia de todo esto era que justamente en el momento en el que se cerraba la puerta, quedaba todo guardado.
Y tuviste que venir vos, a abrirla. A decir "no se, no nos vemos nunca, pero mejor si no nos vemos nunca"...
Yo tampoco sé, y siempre me va a quedar un poquito la sensación del motivo-excusa.
Pero lo que sí sé, es que necesito saber que estás bien. Porque, y para darle un cierre circular a este mail reflexivo, sólamente puedo ser feliz sabiendo que vos también lo sos.
Amigos lectores, espero comentarios. Cópense que el apoyo moral viene de diez.