Y sí, me ganó de mano.
Mucho amague con meter al Caballero en el freezer... y lo hizo él primero.
De qué forma? De la menos adecuada. No digo que esté mal, sino que hay mejores.
Sus motivos, que mágicamente siempre suenan a excusas, son de la categoría "no sos vos, soy yo". Y eso, amigos, sabemos que es irremontable.
Así que ahora me quedo sin el pan y sin la torta. El pan, que era el sexo maravilloso, y la torta, que era el creer que esto se terminaba cuando yo decía.
No tengo ni ganas de brindar por cerrar un capítulo más de mi historia con los hombres. En verdad me tuve que narcotizar para amenizar los efectos nocivos de que te digan "te quiero mucho, no te puedo ver".
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